De Persépolis al Teresa Carreño. De la coronación del Sha de Irán,
pasando por CAP, hasta llegar a Hugo Chávez
Caracas
02/12/2011.- Un poco de historia para comprender la
locura del presente, aunque el viejo Karl Marx afirmaba en el 18 brumario de
Luis Bonaparte que la historia se repite dos veces, la primera como hecho real
y la segunda como farsa. Nos toca hoy diferenciar las cascaras de la nueces, la
farsa de la revolución o la revolución de la farsa. El 26 de octubre de 1967 fue coronado
oficialmente el Sha en Teherán, en una de las fiestas más fastuosas de la época.
Persépolis se vistió de gala, Los elevados precios del petróleo le permitieron al
Sha financiar los proyectos modernizadores de Irán y con motivo del nacimiento de su hijo varón el
Sha Mohammed Reza Pahlavi
y la Princesa Farah Diba Pahlavi organizar la excelsa y pomposa ceremonia de
coronación. La opulencia se hace espectáculo
Pocos años después un oscuro personaje religioso,
exiliado en Francia, El Ayatola Komeine desata las oscuras y potentes fuerzas
de la religión para acabar con la terrible influencia occidental, con la opulenta
monarquía y derroca un reinado que tenía más de 28 años en el poder e instaura
una teocracia que regresa al pueblo Iraní a las costumbres propias de la edad
media. Siempre se puede estar peor.
Un 4 de febrero del año 1992 un oscuro grupo de oficiales
fracasa en su intento de dar un golpe de estado, pero un envanecido y
displicente liderazgo, unos empresarios prósperos dueños de empresas y bancos
quebrados. No atinan o no pueden responder con coherencia ante tan terribles
hechos y un ex presidente emerge de las
catatumbas para glorificar a los militares felones. El Por Ahora se convierte
en la referencia, la anti-política domina. El Presidente Pérez no logra
culminar su periodo y Rafael Caldera con su Chiripero obtiene la joya de la
Corona, una segunda oportunidad. Chávez lo desplazara electoralmente y se
negara a recibir de él la banda presidencial. Tanto nadar para morir en la
orilla.
El fantasma de Bolívar vaga errante
por los suelos de la patria, en su nombre se invoca las fuerzas del pueblo para
que asistan como espectadores a la coronación del nuevo Luis Bonaparte. Ha
regresado la Monarquía, la lucha y la revolución han sido en vano. Todo fue una
excusa para acceder a las mieles de la opulencia, para disfrutar de las
riquezas de la nación, para intentar mantenerse por siempre en el poder.
Truenan las trompetas, vibran las cadenas en las cárceles, las fuerzas de la vida y de la luz afinan las cuerdas de los instrumentos que sonara inicialmente el 12 de febrero y que darán un concierto democrático el 7 de octubre. Este como muchos otros tiranos ególatras caerá con las armas de los votos, con los cañonazos de la mayoría electoral. Con el ejercito de la Unidad y por la fuerza de la razón y la inteligencia.
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