El Comunismo llegó y no nos dimos cuenta.
O como jugamos siempre con las reglas equivocadas
O como jugamos siempre con las reglas equivocadas
En las horas tensas que antecedieron al reconocimiento por parte del gobierno del triunfo “pírrico” en las elecciones de aprobación de la reforma constitucional en diciembre 2007 se tejieron todo tipo de especulaciones y conjeturas: Se acabó la democracia representativa, llegó definitivamente la dictadura, Chávez se quitará la máscara y el disfraz de demócrata y nos mostrará su realidad de gorila totalitario. Pero, el régimen reconoció su derrota y no se produjo el esperado auto-golpe. Se mantuvo el “Por Ahora” y continúo su juego de estrategia político-militar destinada a disminuir la capacidad de resistencia de la sociedad democrática.
Desde el momento que Chávez arribó al poder utilizando los instrumentos propios del sistema democrático, Las Elecciones, han sido recurrente los señalamientos en relación a las verdaderas intenciones del presidente Chávez, enmascarado con la propuesta de Socialismo del Siglo XXI, instaurar un modelo político similar a los que existen en Cuba, China y Corea del Norte, sazonado con ingredientes tomados de gobiernos donde existe corrientes de Islamismo extremo (Irán, Libia y antes Irak). Pero como en el cuento de Pedro y el Lobo, cuando llegó casi ni nos dimos de cuenta
“La política es la continuación de la guerra en otros escenarios”
Usando las reglas propias del sistema liberal - burgués, cuidando la forma y transformando el fondo, respetando la aparente legalidad y aprovechando las debilidades intrínsecas del sistema democrático para acabar con él, jugando siempre en el filo de la navaja, sobre la raya amarrilla, permanentemente presionando, extendiendo continuamente la línea de borde de la legalidad constitucional y democrática. Estimulando las contradicciones propias de la diversidad democrática y aprovechando de manera constante las debilidades tácticas y políticas de los factores de oposición. Porque de lo que se trata para este gobierno es de intentar hacer una Revolución y con la camisa de fuerza de la institucionalidad burguesa, del modelo de la democracia occidental, de la tolerancia, el dialogo, de la diversidad ideológica, del equilibrio y separación de poderes, obviamente no se puede. Es por ello que el gobierno acelera la desnaturalización del sistema democrático y desconoce reiteradamente la propuesta constitucional aprobada en la constituyente del año 99.
Cambio las reglas del Juego, desconoció la voluntad popular e impuso lo que el pueblo reiteradamente le ha negado.
Ciertamente la derrota electoral de la propuesta de reforma constitucional, implicaba un hito importante en los últimos años de la lucha democrática. Significó que a pesar que el gobierno Chavista, desde su arribo al poder en el año 98, ha despilfarrado más de ochocientos mil millones de dólares los cuales ha recibido en ingresos producto de los sobreprecios del petróleo y pagados de manera constante por el gobierno de los EEUU. El régimen ha dispuesto adicionalmente del control casi absoluto de todas las instituciones representativas y democráticas, y contando adicionalmente con los numerosos errores tácticos y estratégicos cometidos por las fuerzas de oposición democrática. Cuando Chávez arriba al poder, los partidos políticos existentes presentaba ciertamente una crisis estructural en los planos organizativos, de liderazgo e ideológicos. Y hoy estimulado sistemáticamente por el apartheid impulsado desde todas las instancias del estado y estimulado desde sectores importantes de la opinión, la academia y sectores económicos casi se ha generado la extinción de los partidos políticos. Pero, a pesar de todos estos elementos a su favor los porcentajes electorales que reflejan permanentemente los resultados electorales y las encuestas de opinión indican que alrededor del 50 % del país que participa en política se mantienen contrarios al modelo Chavista.
Los dos últimos procesos electorales (elección de alcaldes y gobernadores, la propuesta de reelección indefinida) magnificaron las contradicciones tanto en el seno del Chavismo como en el de las fuerzas de oposición democrática. Y colocaron al proyecto Chavista en una disyuntiva, consolidarse de manera definitiva la propuesta de “Socialismo del Siglo XXI” o resignarse, en virtud de la disminución importante del volumen de recursos económicos y presupuestarios que posibilitó la consolidación del régimen, u observar un desarrollo creciente de las contradicciones sociales y políticas que progresivamente e inexorablemente ocasionaran la derrota electoral de la ineficaz y corrupta revolución.
Para un gobierno con aspiraciones continuistas y de reelección perpetua que observa con desesperación la caída dramática de los precios del crudo petrolero, que constata diariamente la ineficacia de casi todas iniciativas de política económica impulsadas desde el gobierno (la inflación más alta de América latina, disminución importante de la capacidad productiva y competitiva del país, aumento creciente de las importaciones, etc.). Que percibe signos importantes del deterioro social y moral del proceso (creciente inseguridad y corrupción). Está obligado en consecuencia a profundizar el control político, policial y represivo de la sociedad única manera de lograr la implementación de su proyecto de Socialismo del Siglo XXI.
Para una oposición atada a sus perjuicios y paradigmas, carente de una visión a largo plazo, sujeta en demasía a proyectos de tipo personal, pragmática y fundamentalmente discursiva, el cambio en las estrategias del gobierno obviamente lo desconcierta y casi paraliza. Hemos sido incapaces de responder de manera contundente a las distintas acciones promovidas por el gobierno: Las inhabilitaciones políticas, el abusivo despliegue clientelar y populista, el ventajismo electoral y más recientemente el desconocimiento la regla de oro de la democracia Venezolana, el respeto de la victoria electoral del contrario. Caso Alcaldía Metropolitana y Antonio Ledesma.
Para COPEI, esta coyuntura histórica y política exige de una posición firme, sujeta a su trayectoria democrática, a su denso arsenal programático, político e ideológico. No Hay tiempo para dudar y vacilar. El futuro del país y el destino del sistema democrático están en juego. Nos toca jugar un juego peligroso y complejo, movernos como el gobierno en terreno cenagoso, al límite de las posibilidades legales y constitucionales. Fiel a nuestros valores y principios, pero consientes de la naturaleza del enemigo que enfrentamos. Se trata de prepararnos a dar la lucha en todos los escenarios posibles. Somos un reservorio de inteligencia y esperanza. La unidad es imprescindible, crear numerosos frentes de batalla social y ciudadano una tarea impostergable, diluirnos en el pueblo para encontrar en su seno las fuerzas necesarias para vencer.
Por el Comando Metropolitano
Profesor Carlos Melo.
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